viernes, 25 de marzo de 2011

Reflexiones después de dos semanas


Ya pasaron 2 semanas del mayor terremoto de la historia.
Reitero mis más sentidas condolencias a las víctimas y sus familias.

Estas son algunas de mis reflexiones sobre aspectos del comportamiento humano y sus consecuencias durante estas últimas 2 semanas...
  • Miedos: como ya dije varias veces, los medios de comunicación manipularon a su antojo varios de nuestros miedos más grandes: el miedo a la muerte, a contraer cáncer, a una explosión nuclear, al fin del mundo... todo con tal de vender más, sin importar los sentimientos de las personas.
  • Morbosidad y Excepticismo: no se dio crédito a los reales expertos en energía nuclear que daban su opinión en cada país. No importó que éstos tuvieran doctorados, reconocimiento internacional o una vasta experiencia en la materia; se prefirió escuchar a los pseudo-periodistas y conductores de programas sensacionalistas.
  • Desesperación: muchos extranjeros entraron en pánico y se apresuraron a salir de Japón. Algunos pagaron fortunas para conseguir un pasaje aéreo, otros recurrieron a sus gobiernos y embajadas. Más allá de la decisión de cada uno, tienen que pensar que su credibilidad disminuyó considerablemente ante los japoneses.
  • Distracción: la alarma desmedida nos distrajo de lo que era realmente importante (ej: tratar de volver a una vida normal en las zonas no afectadas, atender a los que conviven con nosotros) porque estábamos tratando de calmar a los que estaban afuera. Esto lo decimos no sólo los extranjeros que nos quedamos sino también los propios japoneses que tienen contactos afuera.
  • Culturas opuestas (=Lost in Translation)*: la desconfianza se originó en parte por a las traducciones e interpretaciones erróneas (intencionales o no). El carácter estoico y pacífico de los japoneses, propio de una cultura de alto contexto, fue malinterpretado como falta de sensibilidad u honestidad por parte de las culturas de bajo contexto que necesitan palabras explícitas para entenderse. Por ejemplo, cuando un intérprete de la NHK interpretaba en vivo del japonés al inglés, había muchas pausas y silencios. Al transmitirse esto por CNN, el conductor que sólo hablaba inglés “interpretaba” como le parecía lo que decía o callaba el intérprete japonés, agregándole todos los adjetivos y adverbios dramáticos que se le ocurrían.
Personalmente, todo esto me sirvió para entender:
  • cómo los medios abusan irresponsablemente del poder que tienen
  • que los seres humanos seguimos actuando irracionalmente (ni los milenios de historia humana ni la alta tecnología nos ayudan...)
  • que la cultura de cada país y/o grupo social influye muchísimo en sus decisiones más fundamentales
  • que antes de decidir impulsivamente, se debe pensar en las implicancias y consecuencias en el mediano plazo (ni siquiera hablo del largo plazo porque no sería realista...)

*Nota al margen (un cacho de cultura!):
Las culturas de alto contexto usan mensajes en los que casi todo el significado depende de sus creencias, valores y normas internas, y es poca la información que se proporciona en el mensaje mismo. Tienden a valorar la comunicación no verbal, es decir, a comunicarse de manera indirecta, así como a emplear expresiones ambiguas y de doble sentido, a respetar la pausa y el silencio en la comunicación. Valoran a la persona cuyo estilo de comunicación es indirecto como bien educada y discreta, y perciben a la persona cuyo estilo de comunicación es directo como amenazante y ofensiva. Ejemplos de culturas de alto contexto son: la japonesa, la coreana, la afro-americana y la latina.
En cambio las culturas de bajo contexto valoran la comunicación verbal explícita y directa, y evitan la ambigüedad en los mensajes. Están enfocadas en reglas externas y separan claramente el tiempo, las actividades y las relaciones. La persona cuyo estilo de comunicación es directo es apreciada por estas culturas como honesta y franca. Por lo contrario, perciben el estilo de comunicación indirecto como desconsiderado o deshonesto, y llegan a considerarlas como insulto a la inteligencia y racionalidad de su interlocutor. Entre algunas de las culturas consideradas de bajo contexto, encontramos países europeos como Alemania, Suecia, Inglaterra y a los Estados Unidos de América.