En notas anteriores hablé sobre la resistencia y tenacidad de los japoneses y su perseverancia restringiendo el "yo" para soportar la adversidad. Esto tiene sus raíces en el Sintoísmo y el Budismo, las dos religiones principales de Japón.
El Sintoísmo cree en divinidades o seres espirituales (kami) que pueden encontrarse en la Naturaleza o en niveles superiores de existencia. Y el Budismo busca despojarse del "yo", el cultivo de la mente y la serenidad a través de la meditación.
Los japoneses observan la Naturaleza como parte de su ser, y las catástrofes naturales como parte de la vida. Basta ver algunas piezas de arte, como la famosa Gran Ola de Kanagawa, de Hokusai:
La Naturaleza también está presente en la Poesía Haiku, que demuestra simplicidad (pocas palabras, sólo lo esencial) y el deseo de expresar los sentimientos sobre la Naturaleza. Uno de los poetas más conocidos, Matsuo Basho, es autor de este poema:
araumi ya Mar agitado
Sado ni yokotau extiende hasta Sado
Amanogawa La Vía Láctea
Debido a estas raíces, la posición de los japoneses con respecto a la Naturaleza es de respeto, dependencia y sumisión, al revés del pensamiento occidental de independencia con el entorno y dominación. El que ve la superficie de la cultura japonesa puede decir que los japoneses son débiles, demasiado tranquilos y que dejan que las cosas "pasen nada más", lo que desencadena en que no tomen decisiones rápidas... ejemplos de esto se ven claramente en TEPCO y en el Gobierno.
Pero tomando la "dependencia y sumisión" en forma positiva, podemos decir que gracias a estas actitudes, a lo largo de la historia se recuperaron una y otra vez con paciencia, tenacidad y fortaleza. Yo tengo mucha fe de que estas actitudes van a ayudar al pueblo japonés a recuperarse y salir fortalecidos de las tristes experiencias que están pasando.
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